LECTURAS DE VERANO / LA ÚLTIMA BRUJA DE TRASMOZ

Publicado: 25/06/2011 en Uncategorized
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La novela retoma una leyenda que Gustavo Adolfo Bécquer cita en su libro Cartas desde mi celda. De hecho, el protagonista del primer capítulo es dicho autor. Durante los 19 capítulos restantes el protagonista es su descendiente Emilio. El misterio de una joven bruja, la ultima de la saga de las brujas de Trasmoz, obsesionó a Gustavo Adolfo. También en el siglo XXI atraerá fatalmente a su descendiente que pretende escribir sobre ella. Para ello el joven Emilio se retirará a un monasterio en la zona del Moncayo. Pretende encontrar la paz necesaria para poder novelar la historia de Gorgona, la última bruja de Trasmoz. Muy pronto, se verá envuelto en una aventura donde no faltarán las muertes misteriosas, la búsqueda de libros y objetos peligrosos, las persecuciones y continuas sorpresas. La presencia de Beatriz, una bella mujer que busca una calavera de cristal que perteneció a Gorgona, hará que Emilio conozca el amor, tal y como lo entendía su ascendiente Gustavo Adolfo Bécquer. Todas las piezas de la acción se encaminan hacia un desenlace sorprendente, inesperado pero, al mismo tiempo, coherente con la lógica interna del relato.

La última bruja de Trasmoz es una excelente novela que se sostiene sobre unos personajes bien armados. Su complejidad ayuda a dotar a la intriga de profundidad psicológica. Incluso, la propia bruja se nos desvelará como un espejo infernal donde, si te miras, te devuelve la mirada. Al infierno no hay que mirarlo.

Junto a la acción trepidante, encontramos sutiles reflexiones sobre aspectos que interesaron a Bécquer y que, a los jóvenes lectores del siglo XXI, siguen interesando. Entre estas reflexiones encontramos la oposición entre lo mortal y lo inmortal. No en vano las últimas palabras de Gustavo Adolfo Bécquer fueron: “Todo mortal”. El desarrollo de la historia demostrará que no todo es mortal. Al fin y al cabo, el mundo se sostiene sobre una red oculta de enlaces motivados. Nada es casual. Todo apunta hacia la pervivencia de nuestras obras e ideas.

El comienzo de la novela, que reproduzco abajo, es un botón de muestra de la capacidad que tiene para agarrar al lector y no dejarlo escapar:

“ – ¿Quién anda ahí? – gritó aterrado Gustado Adolfo Bécquer.

Alguien venía siguiendo al escritor desde que se había internado en el bosque. Quizás desde que había salido del monasterio de Veruela.

Sí. Alguien caminaba tras él. Estaba casi seguro. Pero ¿quién?

Se detuvo y, embozado en su capa, aguantó la respiración para oír mejor las pisadas de su perseguidor.”

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